Siempre han hablado por nosotras by Najat El Hachmi

autor:Najat El Hachmi [El Hachmi, Najat]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Sexualidad
editor: ePubLibre
publicado: 2019-08-31T16:00:00+00:00

Mi religión, mi identidad

Aquella primera irrupción del islamismo en forma de predicadores o de material elaborado por la mezquita de la M-30 tuvo cierta repercusión entre nosotros porque se relacionaba con un fenómeno que ya estábamos viviendo: la crisis de identidad, no saber quién eres ni en qué consiste tu origen, no ser ni de aquí ni de allá y sentirte un poco desorientado. Es un fenómeno natural que experimentan los hijos de cualquier familia inmigrante. Llega un momento en que uno toma conciencia de la importancia del cambio geográfico, un cambio que no solo supone mejoras económicas y laborales, sino una transformación tan profunda que podemos afirmar que no somos los mismos de antes. Lo percibimos claramente cuando volvemos a casa, a la tierra de la que nos marchamos, y descubrimos que nos sentimos más a gusto en el país de acogida que en el que se supone que era el nuestro. Es un momento duro, de extrema fragilidad, de contradicciones, el momento de tomar partido porque no se puede vivir con un pie a cada lado del Estrecho. ¿Quién soy yo? ¿Qué es la cultura de mis padres? ¿En qué consiste exactamente?

A mí ese momento de crisis me sirvió para empezar a escribir, para indagar en fuentes bibliográficas que iluminaran mi confusión, para hablar de estos temas con personas de confianza, para buscar referentes que me pudieran servir de modelo. Pero la cuestión religiosa también estaba presente y la tentación islamista estaba al alcance: la opción de una identidad religiosa clara, bien definida, no como la relajada de nuestros padres, una especie de manual de instrucciones del buen musulmán que definía todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas. ¿Qué rasgo nos distinguía a nosotros, que habíamos nacido en Marruecos, de los compañeros que no habían nacido en el islam? ¿Qué nos caracterizaba de manera específica? Muchas cosas: el idioma, el sistema de valores, la manera de entender el mundo y las relaciones entre las personas, la gastronomía, la música, la danza y la cultura en general. Pero todo eso puede parecer muy secundario, muy frívolo y carente de significado si se compara con algo tan poderoso como la religión. Es evidente que el islam también formaba parte de ese origen sobre el que nos interrogábamos y que queríamos recuperar, de esa singularidad que perseguíamos. Rezar cinco veces al día, ayunar durante el Ramadán, la fiesta del cordero, etcétera: la religión también vertebraba nuestra vida cotidiana, evidentemente, de una manera diferente de la vida cotidiana de nuestros vecinos. Y, de repente, ese elemento se convirtió en el más importante. La religión se convirtió en un vector de identificación, de significación, y empezamos a sentir la necesidad de presentarnos a los demás como musulmanes, poniendo el énfasis en este aspecto y no en otros.

Muchos jóvenes que en sus países de origen o en épocas en que la cuestión identitaria no tenía tanto peso habrían pasado olímpicamente de la religión —un tema aburrido reservado a las personas mayores,

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